Las molestias que causan las agujetas son conocidas por todos, pero ¿se merecen la mala fama que tienen o son más beneficiosas de lo que pensamos?

Llevas un tiempo sin hacer deporte pero no quieres retrasarlo más. Haces tu sesión (un poco más intensa de lo que esperabas) y, una vez superada, llega el momento de descansar y dar el día por terminado. Te levantas a la mañana siguiente dispuesto a dar lo mejor de ti pero, eh, espera…¿qué es esa rigidez en las piernas? ¿Por qué sientes pinchazos en la zona del abdomen? ¿A qué se debe que no puedas levantar los brazos por encima de la cabeza sin ver las estrellas?

Las agujetas han hecho su entrada por todo lo alto, dejándote esa mezcla de sensaciones que va desde el orgullo por el trabajo bien hecho hasta las ganas de estar todo el día en el sofá sin moverte. ¡Grave error!

De la mano de nuestro fisioterapeuta Sergio, especialista en prevención de lesiones musculares, vamos a descubrir por qué tenemos agujetas, si es recomendable hacer ejercicio con ellas y cómo nos las podemos quitar de encima.

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¿Por qué tenemos agujetas?

De las agujetas se ha dicho de todo y, en muchas ocasiones, los mitos han tenido más eco que las verdades. Hubo un momento en el que estaba muy extendida la idea de que las agujetas eran cristales de ácido láctico que se formaban por el sobreesfuerzo muscular. Esta cristalización pinchaba los músculos y de ahí venían las molestias que tanta lata nos dan.

Seguro que has escuchado que, para eliminar las agujetas, lo mejor es beber un vaso de agua con azúcar. Esta creencia procede del mito que acabamos de contarte. Se pensaba que la mezcla de agua con azúcar disolvía los cristales de ácido láctico y, de ese modo, las agujetas desaparecían.

La verdadera naturaleza de las agujetas es muy diferente. En realidad, son microrroturas de las fibras musculares provocadas por un esfuerzo mayor al que nuestros músculos están acostumbrados. Este sobreesfuerzo se produce cuando hacemos un entrenamiento más intenso de lo habitual, ejercitamos zonas que teníamos olvidadas o hacemos deporte después de un periodo de inactividad.

Pero no te asustes, que las fibras se rompan es algo bueno, como explica nuestro fisioterapeuta Sergio: “tener agujetas es sinónimo de que nos estamos moviendo y nuestro cuerpo está trabajando para ser más fuerte. Por eso, va a regenerar las fibras musculares que se han roto para que sean cada vez más resistentes y elásticas”. 

Como ves, las agujetas cumplen una doble función de adaptación al esfuerzo y de recuperación, proporcionando un tejido más fuerte y optimizando nuestro rendimiento.

Hombre de mediana edad haciendo deporte

¿Es bueno hacer ejercicio con agujetas?

¡Claro que es bueno! A no ser que sufras una lesión o un especialista te haya recomendado no entrenar por algún otro tipo de impedimento, practicar deporte (con o sin agujetas) siempre es recomendable.

Eso sí, si realmente sientes que has hecho un sobreesfuerzo, puedes tomarte el día siguiente con más calma: realizar los ejercicios con menos peso, acortar el tiempo del entrenamiento, hacer menos repeticiones… 

Lo último que tienes que hacer es dejar de entrenar: “las agujetas no deben asustarte ni servirte como excusa para no hacer ejercicio, todo lo contrario, son la evidencia de que tu cuerpo está trabajando y de que estás llevando una vida activa”, afirma Sergio. “Cuando incorporamos el deporte a nuestro día a día, nuestro cuerpo acaba acostumbrándose al ejercicio y al esfuerzo”. 

¿Cómo se quitan las agujetas?

No hay trucos de magia para eliminar las agujetas de un momento a otro. Lo habitual es que estén con nosotros entre 24 y 72 horas después del entrenamiento que las ha causado.

Como decíamos, no existen milagros para que desaparezcan, pero sí podemos contribuir a la recuperación muscular tras el esfuerzo realizado:

  • Estirar antes y después de los entrenamientos. Los estiramientos ayudan a preparar nuestro cuerpo para el deporte, prevenir lesiones y aliviar la tensión del músculo después del ejercicio físico.
  • Seguir haciendo deporte. Como lo lees, estar parado no es una opción. Aunque al día siguiente de tener agujetas podemos hacer un entrenamiento más suave, lo ideal es que, después, vayamos incrementando progresivamente la dificultad de los ejercicios, de modo que sean más efectivos.  
  • Descansar bien. Además de afectar al desarrollo del entrenamiento, cuando no descansamos bien los músculos se resienten. Esto, sumado al estrés o la ansiedad, hace que nuestro cuerpo acumule más tensión.

Después de leer el artículo, ¿ha cambiado tu opinión sobre las agujetas? Aunque duelan lo mismo, al menos, ya sabes por qué se producen y qué beneficios aportan a nuestro cuerpo. ¡Algo es algo!

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