Hablamos mucho del deporte para fortalecer nuestro cuerpo, mejorar nuestra postura y prevenir lesiones. Y es que todo eso es verdad. Pero hoy, Día Mundial de la Salud Mental, queremos contarte por qué el deporte es una parte indispensable de nuestro bienestar emocional, además del físico. «Mens sana in corpore sano», vaya.
El deporte es un liberador natural del estrés. Mientras entrenamos, nuestro cuerpo libera endorfinas, conocidas como las «hormonas de la felicidad». Las endorfinas tienen un efecto calmante y eufórico que puede ayudar a reducir la ansiedad y el estrés.
Encontrar tiempo para salir a dar una caminata, nadar durante media hora o realizar una sesión corta de yoga puede hacer maravillas para nuestro bienestar emocional.
A medida que vamos cumpliendo años, podemos ver alterada nuestra calidad de sueño: dormimos menos horas o nos despertamos con más frecuencia durante la noche porque nuestro sueño es más liviano.
Aunque no todas los adultos mayores sufren estos cambios en su descanso, una gran mayoría sí puede notarlo. No hay una causa genérica que explique esta alteración del sueño, pero sí influyen algunos factores, como los cambios del ritmo circadiano, la menor producción de melatonina, el consumo de medicamentos o los cambios en el estilo de vida.
La actividad física regular puede ayudar a regular el ritmo circadiano y mejorar la calidad del sueño, lo que, a su vez, contribuye a un estado de ánimo más positivo y a una mejora de nuestra salud mental, en la que el sueño tiene un papel clave.
El proceso de envejecimiento a veces puede llevar a una disminución de la autoestima y la confianza en uno mismo: nuestro cuerpo cambia (en las mujeres, sobre todo, al entrar en la menopausia) y no conseguimos mantenernos como nos gustaría.
El deporte puede ayudarnos a revertir este proceso. Al establecer y lograr metas para mejorar nuestro físico, vernos más tonificados y estilizados, podemos experimentar un aumento en la autoestima y la confianza en nosotros mismos y nuestras capacidades.
El deporte no solo ejercita el cuerpo, también pone a trabajar nuestra mente. La coordinación, el equilibrio y la toma rápida de decisiones son aspectos esenciales de muchas actividades deportivas.
Por ejemplo, las posturas de yoga estimulan la coordinación y el equilibrio, mientras que jugar a un deporte de equipo favorece la concentración y la determinación.
Al practicar distintos tipos de actividades físicas, se estimulan diferentes áreas del cerebro, lo que puede ayudar a mantener la mente aguda y reducir el riesgo de deterioro cognitivo relacionado con la edad.
El deporte es una de las mejores maneras para conocer a otras personas con los mismos intereses y establecer conexiones sociales.
Mantener una red de apoyo social sólida es crucial para la salud mental, especialmente a medida que nos hacemos mayores. Participar en deportes de equipo, asistir a clases de ejercicio o apuntarse a grupos de caminata pueden proporcionar un sentido de comunidad y pertenencia que contribuye positivamente al bienestar emocional.
El deporte también puede ayudar a desarrollar resiliencia emocional. A través de los desafíos físicos a los que nos enfrentamos, podemos aprender a superar obstáculos y dificultades. Esta resiliencia se traduce en una mayor capacidad para manejar el estrés y las adversidades en la vida cotidiana.