Las altas temperaturas pueden hacer que tu piel se resienta. El calor nos deshidrata con mayor rapidez y esta pérdida de agua afecta a nuestra piel, dejándola más seca y acartonada. Si, además, nuestra piel es seca de por sí, notaremos aún más estos efectos.
El tipo de piel que tenemos viene dado por la cantidad de sebo que producimos. El sebo es la grasa que segrega nuestra piel y que sirve para mantenerla lubricada. Si producimos niveles bajos de sebo, tenemos una piel seca, propensa a la tirantez, falta de luminosidad y, en ocasiones, a la descamación.
No debemos confundir una piel seca con una deshidratada, ya que tanto las pieles grasas como las mixtas pueden sufrir falta de hidratación. Ahora bien, la deshidratación afecta en mayor medida a las pieles secas por su tendencia a la aspereza.
Además, con el paso de los años, la piel tiende a perder la elasticidad y vitalidad que le caracterizaba, y la sequedad empieza a notarse a un paso acelerado.
En Enola, queremos que este verano sea el definitivo para que aprendas a cuidar tu piel y a darle el mimo que se merece. ¡Toma nota!
El primer paso que debemos seguir para tener una piel cuidada es exfoliarla. La exfoliación sirve para eliminar las células muertas de nuestra piel, lo que hace que los poros puedan respirar mejor.
Debemos tener cuidado con el tipo de exfoliante y la frecuencia con la que lo utilizamos. Para las pieles secas, están especialmente indicados los exfoliantes que contienen ácido glicólico. Este activo es hidratante y regenerador. Tiene una gran capacidad de penetración en la piel, por lo que elimina toda la suciedad superficial y, además, aporta luminosidad y unifica el tono de nuestra piel.
No es necesario que exfoliemos nuestra piel todos los días, para las pieles secas, bastará con hacerlo una vez a la semana.
Una vez que nuestra piel está exfoliada y limpia de suciedades e impurezas, es hora de pasar a la siguiente fase.
Llega nuestro momento favorito (y seguro que también el tuyo): hidratar nuestra piel. Debemos hacerlo, al menos, dos veces al día, por la mañana y antes de ir a dormir.
Para las pieles secas, es muy recomendable que la hidratación provenga de aceites y mantecas. Las mantecas son cremas untuosas que se caracterizan por su textura espesa y densa. Es por eso que, al aplicarlas sobre pieles con tirantez y sequedad, notaremos una mayor sensación de hidratación que si utilizáramos cremas estándar.
Puede que hayas oído hablar de la famosa manteca de Karité, probablemente la que más admiradores cosecha en este terreno. Es muy nutritiva y ayuda a activar el colágeno, la proteína que da elasticidad a nuestros músculos.
En cuanto a los aceites, también nos ayudarán a mantener a raya la tirantez de la piel y proporcionarán ese extra de luminosidad tan característico. Hay muchos tipos de aceites, pero nosotros nos quedamos con el aceite de argán, rico en propiedades antioxidantes, que frenan el deterioro de las células y, por tanto, ayudan a retrasar el envejecimiento de la piel.
Tan importante es hidratar nuestra piel de manera externa, como interna. El agua mejora la circulación sanguínea del cuerpo y, por tanto, también la de nuestra piel. Por eso, debemos ser constantes y beber entre dos y tres litros de agua al día. Para ayudarnos en esta labor, podemos consumir alimentos que contengan un alto porcentaje en agua y sales minerales.
Muchas veces, nos preocupamos de cuidar nuestra piel después de la exposición solar o cuando ha acabado el día. Aunque esto es fundamental, es importante que hagamos un paso previo muy importante: proteger nuestra piel con protección solar.
Hay que tener especial cuidado con la piel seca del rostro, pues el envejecimiento prematuro tiene más peso en ellas, favoreciendo la aparición de arrugas y manchas. Por esta razón, utilizar protectores faciales con un factor alto de protección marcará la diferencia.
Debemos usar protección solar siempre que salgamos de casa, no solo cuando vayamos a tomar el sol o a hacer deporte al aire libre. Si vamos a pasar mucho tiempo expuestos al sol, tenemos que renovar la protección solar de manera frecuente, aproximadamente, cada dos horas.
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