Septiembre está al caer y eso significa dejar de lado los chiringuitos, la tumbona de la playa y el exceso de tiempo libre (a no ser que seas de los que tiene vacaciones en septiembre; entonces, esto no va por ti).
Para los nostálgicos del verano, volver a la rutina puede hacerse muy, pero que muy cuesta arriba. Y si, además, esa rutina incluye hacer ejercicio, la dificultad se multiplica. No te preocupes, que te contamos cómo volver a la rutina sin morir en el intento.
La primera razón que debes tener en cuenta: la rutina contribuye a un estilo de vida saludable. Así de simple. Pero también tiene otros muchos beneficios.
Define los objetivos que te gustaría cumplir a lo largo del día y de la semana y cómo se compaginan con tus tareas fijas. Por ejemplo, quieres caminar 30 minutos al día, hacer ejercicios de tonificación tres veces a la semana y practicar yoga una vez por semana. Todo esto debes combinarlo con tu tarea fija que, por ejemplo, puede ser el trabajo.
Tener metas claras y medibles te motivará a volver a la acción.
Dedica tiempo para programar tus sesiones de ejercicio u ocio en tu calendario. Te aseguramos que te ayudará a evitar conflictos y a priorizar tareas.
Volviendo con el ejemplo anterior, puedes fijar la caminata de 30 minutos a primera hora de la mañana para empezar el día activando tu cuerpo, hacer las clases de tonificación los lunes, miércoles y viernes para tener un día de descanso entre medias y realizar tu práctica de yoga el fin de semana, el momento perfecto para desconectar.
Una de las razones por las que muchas rutinas fracasan es porque queremos hacer demasiadas cosas desde el principio, sin habernos habituado a las nuevas tareas que nos hemos impuesto. Así que, tranquilo, no te exijas demasiado desde el principio.
En el ejemplo habíamos establecido tres días a la semana para hacer ejercicios de tonificación. Quizá tengas cinco días disponibles para hacerlo, pero es más fácil que mantengas este hábito en el tiempo si empiezas poco a poco y vas incrementando la intensidad cuando lo hayas interiorizado.
En el deporte, además de las sesiones semanales, debes tener en cuenta la intensidad y duración del propio entrenamiento. Comienza con sesiones de menor intensidad y duración para permitir que tu cuerpo se adapte nuevamente y de manera gradual al ejercicio.
Presta atención a las señales de tu cuerpo. Si, una vez que empiezas a retomar el deporte, sientes dolor o fatiga excesiva, da un paso atrás y permite que tu cuerpo se recupere antes de continuar.
Puedes cambiar tu planificación y adaptarla
Una cosa es no llevar el ritmo de las vacaciones y otra muy distinta es tener una disciplina que no te deje disfrutar de tu tiempo libre. Reserva tiempo para pasarlo en familia o con amigos, organiza una cena, sal a bailar… Todo ello son beneficios para tu salud mental, tan importante como la salud física.
Todas las rutinas tienen sus días de descanso, así que, ya sabes, ¡que no se te olviden!
Sabemos que no es tan fácil como se lee, pero mantener una actitud positiva, sobre todo cuando te levantas por la mañana, puede cambiar completamente tu día. No hablamos de tener todos los días una sonrisa en la cara (ojalá), pero afronta los retos que te has propuesto como un camino para mejorar tu salud y visualízate consiguiéndolos: más fuerza, más independencia y más autoestima.
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