Si crees que los días de descanso son solo para estar acostados, es hora de que pongas en práctica la recuperación activa.

Seguro que te lo han dicho muchas veces, pero es que es una frase que tiene toda la razón del mundo: el descanso es una parte fundamental del plan de entrenamiento.

Para que nuestros músculos den el 100% en cada ejercicio es necesario que les dejemos tiempo para recuperarse y volver a la carga. Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones, creemos que un día de descanso es sinónimo de no movernos del sofá. ¡Error!

Un buen descanso implica movimiento, no solo reposo, y eso es lo que el descanso activo nos ofrece. El movimiento es salud y en el día de descanso, eso no es una excepción.

¿En qué consiste el descanso activo?

También se conoce como recuperación activa y consiste en realizar ejercicio físico de baja intensidad en el día de descanso. Si, por el contrario, ese día no hacemos ningún tipo de actividad, lo que hacemos es un descanso pasivo o total, ya que no realizamos ningún esfuerzo físico.

Aunque en el descanso activo se realiza actividad física, esta no tiene la misma intensidad y duración que un día de entrenamiento normal. No queremos que nuestros músculos se sobrecarguen, al contrario, buscamos su descanso a través del movimiento. Aunque parezca contradictorio, este tipo de descanso resulta muy beneficioso: 

  • Nuestros músculos se recuperan del esfuerzo a la vez que mantienen el ritmo del deporte.
  • Favorece y aumenta la circulación sanguínea, lo que asegura una mayor oxigenación de la musculatura.
  • No desgasta nuestra forma física ni mental porque no supone un esfuerzo considerable (no es un día de entrenamiento como tal).
  • La recuperación muscular es más rápida que en el descanso total y hace que el rendimiento aumente en el entrenamiento del día siguiente.
Mujer de mediana edad realizando estiramientos.

Cómo llevar a cabo el descanso activo

Como decíamos, en el descanso activo realizamos ejercicios de intensidad moderada para no forzar nuestro cuerpo como si se tratara de un día de entrenamiento normal.

El día de descanso puede ser una oportunidad para probar alguna actividad que no suelas realizar en tu día de entrenamiento. 

Lo bueno del día de descanso es que deja espacio a la improvisación, no hay un plan que seguir. Puedes optar por la actividad física que prefieras, la que mejor se adapte a ti y sea más compatible con tu estilo de vida:

  • Dar un paseo a ritmo ligero o trotar de manera suave.
  • Realizar estiramientos de todo el cuerpo.
  • Probar una clase de pilates o yoga poco intenso.
  • Hacer una pequeña carrera en bicicleta.
  • Nadar durante media hora en la piscina con una intensidad moderada.

Estas son solo algunas ideas para incorporar a tu día de descanso, pero puedes llevar a cabo muchas otras. Lo importante es que te mantengas activo y, también, que duermas al menos siete horas, para que tu cuerpo se recupere del todo.

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