Un sueño reparador es lo primero que necesitamos para afrontar el día; si no, el cansancio y la desmotivación van a hacer de las suyas. 

El sueño no solo afecta a nuestro estado de ánimo y salud, que no es poco, sino que también puede influir en la pérdida de peso. 

La calidad y cantidad de sueño que acumulamos pueden tener un impacto significativo en nuestros esfuerzos por adelgazar y mejorar nuestro bienestar. Descubre qué factores son decisivos y cómo puedes revertir la falta de sueño. ¡Toma nota!

La duración del sueño y el apetito 

Uno de los aspectos más destacados de la relación entre el sueño y la pérdida de peso es su influencia en nuestro apetito y en cómo controlamos la ingesta de alimentos. 

Cuando no dormimos lo suficiente, nuestro cuerpo tiende a producir más grelina, una hormona que estimula el apetito, y menos leptina, una hormona que nos hace sentir saciados. Esto puede llevar a un aumento en el consumo de calorías y, con el tiempo, al aumento de peso.

El sueño y el metabolismo

El sueño también afecta a nuestro metabolismo. Por si alguien anda despistado, el metabolismo es el proceso por el que los alimentos que consumimos se convierten en energía. La ralentización del metabolismo suele darse cuando envejecemos, debido a  alteraciones hormonales, pérdida de masa muscular y cambios en la composición corporal. 

Las personas que duermen poco a menudo experimentan una disminución de la sensibilidad a la insulina, lo que puede contribuir al desarrollo de la resistencia a la insulina y, en última instancia, al riesgo de diabetes tipo 2. Un metabolismo más lento también puede dificultar la pérdida de peso.

El sueño y la toma de decisiones

La fatiga causada por la falta de sueño puede afectar negativamente a nuestra capacidad para tomar decisiones saludables, incluidas las relacionadas con la dieta y el ejercicio. 

Al estar privados de sueño, la motivación y proactividad descienden y optamos por alimentos poco saludables y más calóricos y realizamos menos deporte, debido también a la fatiga. Esto dificulta aún más la pérdida de sueño.

El sueño y el estrés

El sueño deficiente también está relacionado con niveles más altos de estrés. El estrés puede aumentar la producción de cortisol, que libera glucosa en sangre y puede causar inflamación en el abdomen, malas digestiones o dolor abdominal. Esto ocurre cuando sometemos al cuerpo a un estrés continuado en el tiempo.

Además, cuando estamos estresados, es más probable que busquemos alimentos reconfortantes y poco saludables como una forma de lidiar con el estrés: ultraprocesados, bollería industrial, comida rápida… Esta vía de escape puede sabotear nuestros esfuerzos para perder peso.

Cómo mejorar el sueño para favorecer la pérdida de peso

  • Establecer un horario regular. Tratar de acostarse y levantarse a la misma hora todos los días puede ayudar a regular el reloj biológico y mejorar la calidad del sueño. Inténtalo hasta que tu cuerpo se acostumbre.
  • Crear un ambiente propicio para el sueño. Mantener la habitación oscura, tranquila y a una temperatura adecuada puede mejorar la calidad del sueño y reducir distracciones que interfieran en ella.
  • Limitar la exposición a pantallas antes de acostarse. La luz azul de los dispositivos electrónicos puede interferir con la producción de melatonina, una hormona clave para el sueño.
  • Evitar comidas pesadas antes de acostarse. Hartarnos de comer antes de irnos a dormir es una de las peores decisiones que podemos tomar si queremos disfrutar de un plácido descanso.
  • Hacer ejercicio regularmente. El ejercicio puede mejorar la calidad del sueño, pero evita hacerlo justo antes de acostarte para no activarte y, de esta manera, interferir a la hora de conciliar el sueño.
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