El envejecimiento es una parte natural de la vida. Esto es así. Pero todos estamos de acuerdo en que hay maneras y maneras de hacernos mayores. Cuando el deporte entra en juego, el proceso de envejecimiento puede ralentizarse y mantenernos en forma y con mayor salud a medida que vamos cumpliendo años.
¿De qué hablamos cuando hablamos de envejecimiento?
A medida que pasan los años, sobre todo, a partir de los 50, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios que incluyen la pérdida de masa muscular, la disminución de la densidad ósea y la reducción de la flexibilidad.
Además, el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, las enfermedades cardíacas y la osteoartritis van en aumento. Estos cambios son en gran parte el resultado del daño acumulado en nuestras células y tejidos a lo largo de los años.
Por eso, unos buenos hábitos en nuestra rutina diaria, como el deporte y la alimentación saludable, son esenciales para que lleguemos a una edad avanzada con una calidad de vida envidiable.
El deporte como aliado contra el envejecimiento
El gran aliado contra el envejecimiento es el ejercicio físico. Mantenerte activo e incluir el deporte en tu día a día son claves para sentirte como si tuvieras diez años menos (o casi). ¿Por qué? Por todo esto:
Mantiene la masa muscular: el entrenamiento de fuerza y resistencia, como el levantamiento de pesas, ayuda a mantener nuestra masa muscular. Si somos persistentes y llevamos a cabo un entrenamiento adecuado a nuestra condición física y nivel deportivo, es probable que no solo mantengamos la masa muscular, sino que la aumentemos.
Fortalece y protege los huesos. El ejercicio de impacto, como correr o hacer ejercicios de salto, estimula la formación ósea y puede ayudar a prevenir la pérdida de densidad ósea relacionada con la edad, reduciendo el riesgo de osteoporosis. Además, al aumentar la masa muscular con los ejercicios de fuerza, también estamos protegiendo nuestros músculos frente a caídas o golpes.
Aumenta la flexibilidad y movilidad. El yoga y los estiramientos pueden mejorar significativamente la flexibilidad y la movilidad de nuestras articulaciones y músculos, lo que facilita las actividades diarias y previene lesiones.
Mejora la salud cardiovascular. El ejercicio aeróbico fortalece el corazón y los pulmones, reduciendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorando la resistencia. Correr, bailar, montar en bicicleta, senderismo (a buen ritmo, como si te hubieras dejado el fuego puesto) son actividades cardiovasculares que te mantienen activo y fortalecen tu corazón.
Controla el peso. El ejercicio regular ayuda a mantener un peso saludable, lo que a su vez reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad, como la diabetes tipo 2.
Activa tu cerebro. El ejercicio regular puede tener un impacto positivo en la función cognitiva y ayudar a prevenir o retrasar el deterioro cognitivo relacionado con la edad.
Reduce el estrés. El deporte es un poderoso antídoto contra el estrés. La liberación de endorfinas durante el ejercicio puede mejorar el estado de ánimo y reducir los niveles de ansiedad.
Favorece la socialización. Participar en actividades deportivas puede fomentar la socialización, mejorando la salud mental y emocional a medida que envejecemos.
La constancia: clave para hacer deporte cada día
La clave para aprovechar al máximo los beneficios del deporte en la lucha contra el envejecimiento es la consistencia.
No es necesario convertirse en un atleta de élite (solo faltaría), pero hacer ejercicio de forma regular y constante es esencial para sentirnos bien.
Si tienes alguna lesión o dolencia concreta, consulta con tu médico antes de comenzar cualquier programa de ejercicios, para evitar riesgos.