Proteger nuestro rostro es esencial para mantenerlo cuidado y sano. Te enseñamos todo lo que necesitas saber para conseguirlo. 

Las vacaciones nos pisan los talones. Ya tenemos planificado el viaje pero nos enfrentamos a la verdadera acción: hacer la maleta. Entre bañadores, chanclas y gafas de sol, a veces, nos olvidamos de algo muy importante: ¿qué pasa con la protección facial para no quemarnos con el sol? ¿Hemos dedicado el tiempo suficiente para pensar en cuál es la mejor según nuestro tipo de piel?

Si no es así, ¡no te preocupes! Venimos a hacerte la vida más fácil y a ayudarte a elegir la mejor protección facial para que los rayos del sol no te molesten estas vacaciones.

Para qué sirve un protector facial

Aunque en esta época del año, especialmente cuando estamos en algún lugar de playa, saltan nuestras alarmas y pensamos en proteger nuestra piel del sol, es algo que debemos hacer durante todo el año.

Nuestra piel está expuesta a la radiación ultravioleta y a la contaminación todos los días, por eso, debemos cuidarla cada vez que salgamos de casa. De esta manera, nos protegeremos de enfermedades cutáneas y, además, evitaremos el fotoenvejecimiento, que es el envejecimiento acelerado de la piel producido por exposiciones diarias a los rayos UVA y los rayos UVB. Los primeros aceleran el envejecimiento de las células de nuestra piel, y los segundos llegan a quemarlas.

El fotoenvejecimiento puede causarnos manchas y arrugas profundas en la piel.  Esto, como te decimos, no ocurre solo en la playa durante el verano, sino que estamos expuestos a ello en todas las estaciones, haga frío o calor, estemos al sol o a la sombra. De ahí la necesidad de proteger nuestra piel cada día.

Cómo elegir un buen protector facial

Seguramente cuando vayas a comprar un protector facial te fijes en las siglas SFP y en el número que se indica al lado. ¿Sabes a qué hace referencia? SPF es el Factor de Protección Solar e indica el número de veces que el protector aumenta la defensa natural de nuestra piel frente a la exposición solar. Por ejemplo, el SPF 30 quiere decir que nuestra piel tardará 30 veces más en sufrir quemaduras o agresiones que si no tuviésemos protector. Por lo tanto, cuanto más alto es el número SPF, mayor protección nos ofrece.

En el mercado existen muchos tipos de fotoprotectores, para todos los gustos y necesidades. Es importante que tengamos en cuenta el formato del protector facial porque se ajustará mejor o peor a nuestra piel:

  • Crema: ideal para las pieles más secas. Aporta un extra de hidratación a nuestra piel, de manera que veremos cómo nuestro rostro se ve más jugoso y suave. Se debe aplicar de manera uniforme, haciendo especial hincapié en zonas que se nos suelen olvidar, como la punta de la nariz o las orejas.
  • Gel: al tener una textura más ligera que la crema, este formato está indicado para pieles grasas. Después de aplicarla, notaremos la piel más fresca e hidratada.
  • En polvo: perfecto para aquellas personas a las que les produce rechazo el tacto untuoso de los formatos líquidos. No deja color blanquecino ni sensación grasa. Eso sí, nuestra piel debe estar especialmente hidratada si vamos a optar por este formato.
  • En barra: también se conoce como stick y, al igual que el protector en polvo, lo utilizan aquellas personas que huyen de las cremas. Es muy cómodo de usar porque no tenemos que mancharnos las manos y consigue una capa protectora uniforme.
  • Spray: de todos los formatos que hemos visto, puede que las brumas solares sean las que más adeptos estén ganando en los últimos años. Son cómodas de aplicar y nos producen una sensación de frescor instantáneo muy agradable, especialmente en esta época del año.
Protección solar durante todo el año

Pasos antes y después de aplicarlo

Una vez que hemos elegido el protector solar que mejor encaja con nuestro tipo de piel y  necesidades, llega la hora de utilizarlo. Independientemente del formato que hayamos elegido, es importante que antes de aplicar el protector tengamos la piel hidratada y seca.

Para empezar, nos lavamos la cara (podemos hacerlo con un limpiador o utilizar agua y jabón) y la secamos a toquecitos, sin dañar la piel con la fricción de la toalla. Después, nos echamos una crema hidratante para que nuestra piel tenga un extra de humedad, luminosidad y elasticidad. Como tercer y último paso, aplicamos el protector facial, que protegerá nuestra piel de cualquier amenaza externa.

Es importante que lo hagamos, al menos, 20 minutos antes de salir de casa, porque es el tiempo que tardan los filtros químicos en hacer efecto en nuestra piel. Si la expusiésemos a la radiación solar inmediatamente después de aplicar el protector, no estaríamos protegiéndola.

Pasadas las dos horas de exposición solar, debemos volver a aplicar el protector por toda la superficie del rostro, sin olvidarnos del cuello, donde la piel es especialmente sensible. Como decíamos, es importante tener en cuenta el factor de protección solar que tenga nuestro fotoprotector, pues de esto dependerá cuántas veces tenemos que volver a aplicarlo. Al igual que si hemos sudado, nos hemos bañado, o nos hemos rozado con la ropa o la toalla. 

Después de nuestra jornada de exposición a los rayos del sol, debemos limpiar la piel y volverla a hidratar con loción hidratante o crema after sun (“después del sol”), que contiene mayor cantidad de agua y, por tanto, es más ligera y refrescante para nuestro rostro.

Recuerda que la protección solar en nuestra piel es fundamental para evitar enfermedades y envejecerla. Dicen que el mejor producto antiedad que existe es el protector solar, así que, protege e hidrata tu rostro para lucir una piel luminosa, jugosa y, sobre todo, sana y con vitalidad.

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