No tenemos dedos de la mano para contar todos los mitos sobre adelgazar que circulan hoy en día. Que si la dietas milagro de turno, que si adelgaza 10 kilos en un mes… Todos estos cuentos hacen un flaco favor a la persona que quiere perder peso de manera saludable; en realidad, esta tendría que ser la única manera de adelgazar.
Si te encuentras en esta situación y quieres perder peso sin dañar tu salud, hoy desmontamos tres de los mitos más extendidos para que huyas de ellos todo lo rápido que puedas. ¡Empezamos!
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Los carbohidratos y las grasas, junto las proteínas, son los llamados macronutrientes, las sustancias que nuestro organismo necesita para obtener energía, reparar tejidos y regular procesos metabólicos.
Si tanto los carbohidratos como las grasas son nutrientes indispensables para nuestro cuerpo, ¿por qué dicen que es mejor eliminarlos para adelgazar? Esto se debe a que el valor energético que proporcionan los macronutrientes se mide en calorías. De modo que muchas personas piensan que, si un alimento contiene muchas calorías, es mejor eliminarlo de la dieta. Esto no es del todo así.
Más importante que el número de calorías que aporta, es de dónde proceden los carbohidratos y grasas que consumimos. Los carbohidratos saludables, por ejemplo, los podemos encontrar en las legumbres o en el arroz integral, que es mucho más saciante que el blanco.
En cuanto a las grasas, no es lo mismo consumir grasas hidrogenadas (las que se encuentran en la bollería industrial) que grasas saludables que podemos obtener de los frutos secos, el aguacate o el pescado azul.
Como ves, no hay que eliminar los carbohidratos ni las grasas de nuestra alimentación, lo que hay que vigilar es la fuente de esos macronutrientes y la cantidad que ingerimos.
Solemos pensar que solo con hacer cardio (bici, correr, bailar), desaparecerán los michelines y las cartucheras (¡hay que ver lo que nos molestan!). Aunque el cardio es una buena manera de quemar grasa, debemos combinarlo con ejercicios de fuerza.
Los músculos necesitan quemar calorías para realizar sus funciones. Por eso, cuando aumentamos nuestra masa muscular (a través de ejercicios de fuerza) vamos a quemar más calorías, ¡incluso en reposo!
Además de ayudarnos a quemar grasa, los ejercicios de fuerza protegen nuestras articulaciones, mejoran nuestro tono muscular y corrigen la postura corporal.
¿Cuántas veces hemos escuchado eso de que si sudamos, adelgazaremos más? Lo primero que tenemos que saber es que sudamos para regular la temperatura de nuestro cuerpo. Así es como liberamos agua, sales minerales y otros compuestos de desecho que nos ayudan a bajar la temperatura del cuerpo y refrescarlo.
Cuando hacemos deporte, por norma general, sudamos más que en estado de reposo. Si llegamos a liberar mucho sudor, puede que nos subamos a la báscula y pesemos menos, pero ¿eso quiere decir que hemos adelgazado? Pues no.
Al sudar, no estamos perdiendo grasa, sino líquidos. Para evitar deshidratarnos, vamos a tener que recuperar esos líquidos, por lo que volveremos al peso inicial que teníamos.
Mucha gente que cree que sudar adelgaza comete el error de exponerse a temperaturas altas, llevar ropa que no transpira o abrigarse mientras entrena. Aparte de la sensación agobiante que podemos experimentar, estos «métodos» de adelgazamiento pueden resultar peligrosos para nuestra salud, causándonos golpes de calor o deshidratación severa que puede dañar nuestro cuerpo.
Por más que queramos probar «dietas milagro» o nos vendan la idea de perder peso rápidamente, sabemos que estas formas de adelgazar no se mantienen a largo plazo y, sobre todo, no son saludables.
Todos conocemos la fórmula para adelgazar, que no tiene nada de mágica, pero sí mucho de paciencia, constancia y esfuerzo, para lograr interiorizarla en nuestra vida: