Aunque el suelo pélvico es un gran desconocido, juega un papel cada vez más relevante a medida que cumplimos años. Por ejemplo, la menopausia puede provocar el debilitamiento del suelo pélvico, y dar lugar a problemas que condicionan nuestro día a día, como las incontinencias urinarias.
Debido a la desinformación que hay sobre el tema, la incontinencia urinaria se acepta como “algo natural” achacado al paso de los años, pero nada más lejos de la realidad. Es un problema que merece especial atención y que puede solucionarse si cuidamos nuestro suelo pélvico y aprendemos a fortalecerlo.
Pero empecemos por el principio: ¿qué es el suelo pélvico? ¿Por qué se debilita durante la menopausia? ¿Cómo se ejercita? Llega la hora de resolver todas las dudas que sobrevuelan tu mente.
Apúntate al taller ‘Fortalece tu suelo pélvico’ en nuestra app
El suelo pélvico es el conjunto de músculos y ligamentos que sujetan los órganos situados en la zona baja del abdomen, es decir, los órganos pélvicos: vejiga, uretra, útero, vagina, próstata y recto.
La principal función del suelo pélvico es sostener estos órganos para que puedan cumplir sus funciones de manera óptima. También se encarga del intercambio entre el interior y el exterior gracias a los esfínteres, y de la fijación de la zona lumbar, proporcionándonos estabilidad.
Aunque todas las personas tenemos suelo pélvico y debemos ejercitarlo por igual, a las mujeres se les aconseja prestarle mayor atención porque el embarazo y el parto son las causas más comunes de su debilitamiento.
Como hemos comentado al inicio del artículo, la menopausia es una de las causas más comunes del debilitamiento del suelo pélvico a partir de los50 años, pero también puede lesionarse por el estreñimiento, el deporte de impacto o la obesidad. Como vemos, todo lo que aumenta la presión intraabdominal puede dañar nuestro suelo pélvico.
Independientemente de la causa que haya provocado la lesión o el debilitamiento de nuestro suelo pélvico, las consecuencias que podemos experimentar son:
A priori, la incontinencia urinaria no parece un problema grave porque creemos que lo podemos solventar con alguna compresa o salvaslip. En el caso de que sean solo unas gotas, tal vez esta solución resulte eficaz, pero hay personas que, durante las pérdidas, pueden llegar a liberar el total de la vejiga, que contiene hasta medio litro de orina.
Esto supone un gran problema para la persona que lo sufre, que afecta a su calidad de vida y a sus relaciones sociales.
No todas las pérdidas de orina son iguales, dependiendo de la causa que las producen, podemos distinguir entre:
Antes de empezar con los ejercicios, debemos saber que el suelo pélvico se divide en dos planos: el plano superficial, en el que se encuentran los músculos esfinterianos, que engloba, aproximadamente, un 20% del suelo pélvico; y el plano profundo, el 80% restante, más extenso y que se activa a través de la respiración.
Al contrario de lo que hemos podido escuchar, el suelo pélvico no se ejercita interrumpiendo nuestra micción, pues esto podría derivar en problemas de reflujo. Para practicar los ejercicios de Kegel, lo mejor es que tengamos la vejiga vacía.
Una vez que estamos cómodos, para practicar estos ejercicios lo único que debemos hacer es contraer nuestro suelo pélvico. ¿Cómo podemos saber que lo estamos contrayendo? Muy sencillo. Debemos imitar las contracciones que hacemos cuando estamos orinando e interrumpimos voluntariamente esa acción.
Ahora que sabemos cuál es la maniobra a seguir, llega el momento de ponerla en práctica:
Ten en cuenta que en ningún momento hay que apretar el abdomen o los glúteos y que debemos respetar el tiempo de descanso para evitar que se fatiguen las fibras del suelo pélvico.
No te preocupes si al principio no sabes muy bien qué estás contrayendo. Si practicas estos ejercicios todos los días, poco a poco, empezarás a diferenciar cuándo contraes la uretra y cuándo la vejiga.
El plano profundo se activa a través de la respiración diafragmática o abdominal, una respiración que utilizan las personas que sufren estrés y ansiedad. La técnica es la siguiente:
Si notas que el suelo pélvico se contrae durante la exhalación, ¡buen trabajo! Eso significa que estás fortaleciendo los músculos del suelo pélvico gracias a la respiración diafragmática.
Repetimos estas respiraciones cinco veces más. En cada respiración, debemos prolongar los tiempos de inspiración y espiración, haciéndolas cada vez más profundas.
Al igual que en los ejercicios de Kegel, es importante que respetemos los tiempos de descanso, para no marearnos ni sobrecargar la zona.